Parece que a partir del próximo lunes 27, los niños y niñas tendrán el permiso de salir de sus domicilios para airearse y respirar un poco de la libertad que tanto les caracteriza.

Sin embargo, después de más de 40 días confinados en casa con el mandato de no salir por miedo a ser contagiado/a, es posible que muchos niños/as tengan una sensación ambigua con la idea de poder salir de nuevo. Por un lado, están deseando volver a pisar la calle, los parques o los jardines… pero por otra, les asusta la idea de que el virus siga siendo un peligro para ellos/as. Y eso es normal.

Hoy os traigo, por tanto, algunas ideas que os serán de ayuda a la hora de gestionar estas posibles situaciones.

  1.  Ayúdale a contrastar su fantasía. Es posible que con la información que haya ido escuchando y captando de aquí y de allí, tu hijo/hija haya creado su propia fantasía de cómo estarán las calles al salir. Directamente proporcional a dicha construcción será su miedo, así que tu labor será contrastárselo con un lenguaje adaptado y cuidando de no añadir más incertidumbre o preocupación. Siéntate con él/ella y escucha con atención sin hacerle sentir ridículo/a por pensar ideas poco realistas. Cuanto más pueda expresar y comunicar, más liberado se sentirá.

 

  1.  Transmite confianza y seguridad. Tu hijo/a percibe todo lo que le transmites, tanto lo que le cuentas como lo que no le cuentas. Esto quiere decir, que si tú le dices que esté tranquilo/a pero tú tienes miedo, tu mensaje será inútil para tranquilizarlo/a y animarlo a salir. Recuerda que el virus sólo se contagia con el contacto, así que protegido debidamente y ayudándole con las medidas de higiene al volver a casa, no habrá ningún peligro. Hay que ser prudente pero no tener miedo, así que confiar en él/ella le dará la seguridad que necesita.

 

  1.  No le obligues a salir. Podría ser incluso que llegue el día de salir y no quiera. O que baje al portal y de repente se niegue a dar un paso más. No le obligues a que haga algo que no quiere. Es cierto que salir le vendrá bien, pero salir a la fuerza y asustado será contraproducente para su bienestar. Puedes ir poco a poco, saliendo cada día un poco más allá, hasta donde él o ella se sienta seguro/a y le apetezca. Incluso puedes transmitirle que la posibilidad está ahí, que tú estás disponible para salir cuando él/ella quiera y que puede pedírtelo cuando lo necesite o esté preparado/a.

 

  1.  Cumple las normas con él/ella. Es importante que cumplas con él/ella todas las normas que quieres que haga. Si le pides que lleve guantes y mascarilla, ponéoslos juntos y tú tampoco te los quites. Si al volver, quieres que se lave las manos, lávatelas con él/ella aunque estés convencido/a de que no has tocado nada. Incluso, si crees que se tiene que quitar la ropa al llegar a casa, quítatela con él/ella y llevadla juntos a la lavadora.

 

  1.  Haz de las normas un juego. Tomarse las normas con alegría y humor no impide que nos las tomemos en serio, pero ayuda a quitar peso a su inevitable relación con el peligro de contagio. Muchos/as niños/as pueden asustarse de veros o ver a la gente tapada con las mascarillas. Por ello, será muy positivo que puedas inventar juegos para cumplirlas y que lo vea con menos miedo. Dibuja una sonrisa en tu mascarilla; decoradlas juntos; inventa que sois unos bandidos del oeste; poneos una máscara de súper héroe o un parche de pirata. Inventa una competición en la que gane quién menos cosas toque en la calle. Haz marionetas con los guantes hasta que se familiarice con ellos. Cantad juntos su canción favorita mientras os laváis las manos. Recuerda que si lo haces con él/ella, todo será mucho más fácil para todos.

 

  1.  Aprovecha la salida para llevar a cabo las recomendaciones de: hacer ejercicio y estar en contacto con la naturaleza. El simple hecho de poder salir a pasear va a ser muy beneficioso, pero si aprovecháis para hacer un poco de ejercicio soltaréis más endorfinas y os ayudará a estar mejor. Podéis echar una carrera, jugar a pillar, ir saltando baldosas, jugar a «alturitas» o cualquier otra posibilidad que se os ocurra o inventéis para moveros y reír durante la salida. Además, es la ocasión perfecta para retomar el contacto con la naturaleza. Este contacto nos ayuda a bajar las ondas electromagnéticas de nuestro cerebro, para conseguir un estado de relajación y bienestar. Podéis observar las distintas flores y frutos que han salido por primavera, nombrar las plantas que encontréis, ver cuántos árboles conocéis o escuchar y observar a los pájaros.

 

  1.  Ofrécele alternativas. Seguramente tu hijo/a salga con ganas de volver a hacer las actividades que solía hacer en la calle, pero la mayoría no van a ser posible así que va a necesitar que le ayudes a pensar en otras ideas. Eso sí, te va a tocar jugar más que nunca. Si es aficionado al fútbol, como no podrá sacar el balón, podéis haceros unos pases con algo que haya por el suelo. Podéis jugar a ver quién ve antes cosas concretas mientras camináis: un coche de color amarillo, una carnicería, otro niño o niña… O incluso contar cuántas veis de cada cosa. Podéis probar a andar de distintas formas (puntillas, agachados, arrastrando los pies, con los pies zambos, etc.) o en fila india, lo más lejos o cerca posible, muy rápido o especialmente lento.

 

  1.  Observad qué ha cambiado. Puede ser una bonita experiencia observar qué cosas no habíais visto antes, cuáles no recordabais o incluso ver cómo han cambiado algunas cosas desde que no salíais.  Todo esto le ayudará a tu peque a tranquilizarse e ir familiarizándose de nuevo con el espacio y con la realidad que os encontréis.

 

  1.  Si es posible, evita los sitios que más le puedan impresionar. Al menos los primeros días, es posible que los niños/as se impresionen al ver por ejemplo las largas colas de gente tapadas con guantes y mascarilla, distanciadas en silencio, esperando a la entrada del supermercado. Quizás también le pueda impresionar ver cerrado su colegio o algún comercio al que solía ir. Si vives cerca de un centro de salud o un hospital, podría asustarle ver a los sanitarios cubiertos con los trajes o a alguna persona entrando en urgencias. Si es posible, evita estos lugares en vuestra salida, al menos hasta que se haya familiarizado con ello. Si no es posible, explícale las cosas con sus palabras y tratando de no crearle más miedo o preocupación. Usa mensajes positivos y esperanzadores.

 

  1. Habla de cómo se sienten. Ya sea en el propio paseo o al llegar a casa, pregúntale cómo se ha sentido, cómo está después de salir. Como ya os expliqué en el post «Ayudar a expresar las emociones«, es importante que les demos un espacio y nos mostremos disponibles para que puedan liberar sus emociones, expresarse y sentirse comprendidos/as.