¡Qué reconfortante es cuando alguien valora tu trabajo! verdad?

A nosotros nos ha pasado con nuestro taller «Mis emociones importan». Hace unos días contactó con nosotros Carla Gutiérrez Casero, una estudiante del ciclo superior de Educación Infantil, diciéndonos que había conocido nuestro proyecto y lo quería incluir en su trabajo del Módulo de Desarrollo Socioafectivo porque le parecía innovador.

Hoy queremos compartir con vosotras y vosotros la bonita entrevista que Carla nos hizo y así que también podáis conocer un poco más nuestro trabajo.

¿Cómo surgió el proyecto?

El proyecto surge en mi cabeza cuando comienzo a trabajar con niños y niñas en psicoterapia y observo que, en su mayoría, más allá de presentar problemáticas psicológicas graves, lo que los niños/as muestran son grandes déficits en la gestión emocional. Me doy cuenta entonces de que, si pudiéramos conseguir un trabajo de base, evitaríamos la necesidad de tratar muchas patologías o problemáticas cronificadas ya en tempranas edades. Es en ese momento cuando me planteo lo maravilloso que sería trabajar de manera preventiva con los niños/as, enseñándoles a conocerse y  gestionar sus emociones, reduciendo así la necesidad de terapia.

En el 2014, me acerco con mi idea de proyecto al Colegio Marqués de Valdecilla (en Solares) y me derivan al AMPA por no disponer de presupuestos para subvencionar una actividad así. En el AMPA me reciben con gran interés y antes de que acabe el curso, hacemos una pequeña prueba piloto muy exitosa que nos anima a plantearlo para el siguiente curso. Es así como nace el taller “Mis emociones importan”.

 

¿Qué papel crees que juegan las emociones en la vida de los niños?

Las emociones juegan un papel importantísimo en la vida de toda persona, niños y mayores por igual. En los niños/as, una sana gestión emocional favorecerá el correcto desarrollo de las relaciones interpersonales, facilitará el aprendizaje cognitivo y fomentará una mejor autovaloración. Es más, en la psicoterapia con adultos o adolescentes, observo cómo la mayor parte de las problemáticas que presentan, vienen derivadas de una mala gestión emocional que hicieron de sus vivencias infantiles, bien por falta de acompañamiento, recursos o educación.

 

¿Qué edad consideras que es la ideal para empezar a trabajarlas?

En mi opinión la edad ideal para trabajar las emociones es desde que se nace. Enseñar a tu hijo/a a gestionar y conocer sus emociones, me parece una de las mejores herramientas que le puedes dar para asegurarte su felicidad. Si tu pregunta es más a nivel práctico o académico, creo igualmente que no pondría ningún límite de edad. Las emociones se pueden trabajar desde las guarderías, por la sencilla razón de que también allí estarán presentes. Ignorarlas sería el problema.

Hay que tener en cuenta que al principio las emociones son relativamente simples, variando entre el placer y el displacer, y según el niño/a va creciendo se irán volviendo cada vez más complejas a medida que se someten a un mayor control consciente. Punto en el que la adquisición del lenguaje es clave tanto para expresarlas como para comprenderlas o comprender las situaciones que las provocan. Por ello, quizás, un posible punto de inicio en los centro educativos, podría ser tras la adquisición del lenguaje.

La pregunta es, ¿están los papás, mamás y maestro/as preparados para esa tarea? Y cuando digo esa tarea me refiero a poco más que normalizar la emoción del pequeño/a, empatizar y ayudarle a encontrar una forma adaptada de expresar su emoción sin hacerse daño ni dañar a otros.

Ahí es donde creo que está la mayor dificultad. Pues este trabajo no sólo supone tener documentación o libros, supone enfrentarse a tu propia gestión emocional, a tus déficits y necesidades, a tus miedos, a las prisas del día a día… y a muchos otros obstáculos que incluso muchas veces  hasta desconocemos. Se necesitan formaciones o talleres más experienciales y menos teóricos, para que conozcamos de verdad la utilidad de una buena gestión emocional.

 

¿Implantarías tus talleres en los colegios?

Por supuesto, de forma transversal y en todos los niveles académicos: infantil, primaria y secundaria. Cuando digo de forma transversal, no me refiero a implantar una asignatura de educación emocional específica, sino más bien que la gestión emocional esté presente en todas las asignaturas. Pudiendo dedicarse, si cabe, algún espacio de tutoría o asamblea para compartir o acompañar esa gestión. Aquí sería importante tener en cuenta lo que comentaba en la pregunta anterior, que los maestros y profesores tuvieran una formación y un trabajo personal en esta materia.

 

¿Has encontrado dificultades concretas en los niños/as a la hora de desarrollar el taller, del tipo que no lo entiendan o no sepan expresarse, o incluso les de vergüenza?

Más que dificultades a la hora de desarrollar el taller en sí, encuentro limitaciones al tratar de profundizar en las emociones o sentimientos que se han movido en una determinada actividad. Esto es claramente debido, al igual que en los adultos, a la falta de costumbre o práctica en la autorreflexión y expresión de cómo nos sentimos.

Por otro lado, he observado cómo hay una especie de clasificación de las emociones cómo negativas o positivas, lo que hace que los niños/as quieran identificarse más, por ejemplo, con la alegría. Esto se ve reflejado  especialmente cuándo usamos la herramienta que yo he llamado «El emocionómetro». Al inicio de la sesión, todos tenemos que decir cómo estamos hoy y contar cómo ha ido nuestra semana. Al principio los niños/as siempre quieren poner su etiqueta en la alegría, como si se avergonzaran o les hiciera peores tener otra emoción como tristeza, miedo o enfado. A medida que avanza el curso observo cómo van identificando más emociones y perdiendo el miedo a expresar las que antes consideraban «negativas».

 

¿Qué es lo más difícil que ves a la hora de trabajar estos aspectos con los niños/as?

La mayor dificultad que yo estoy encontrando, como decía anteriormente, es el poder hacer una pequeña reflexión o análisis en común de cómo nos hemos sentido al final de cada actividad. Para ello desde el año pasado terminamos las sesiones diciendo si nos ha gustado o no y cómo nos hemos sentido.

 

¿Crees que todos los padres/madres están a favor de este tipo de talleres?

Mi experiencia es que la mayoría de los padres y madres priorizan otro tipo de actividades extraescolares como el inglés, el fútbol (u otro deporte) o clases de apoyo. También creo que el hecho de ser psicóloga y hablar de gestión emocional, todavía se asocia con niños/as que presenten alguna característica o síntoma como timidez, introversión, miedo, ansiedad… como si ellos/as lo necesitasen más. Cuándo en realidad el planteamiento del taller es para cualquier niño/as y eso es precisamente lo enriquecedor.

 

¿Las ideas de tus talleres de donde surgen?

De muchas partes la verdad. A veces versiono juegos tradicionales o de mesa por ejemplo. Otras veces me surge una idea y buceo por internet buscando respuestas o propuestas. También aprovecho fechas señaladas como el día de la madre, del padre o los difuntos, para trabajar las emociones asociadas a ellas. Y en los inicios la autora Violeta Oaklander fue mi gran maestra

Aún así he aprendido a ser más flexible e incluso improvisar. A pesar de tener la sesión preparada, muchas veces las propuestas de los niños/as son más interesantes o más atractivas para ellos y por tanto más pertinentes.