En España, el mes de marzo ha estado siempre relacionado con el día del Padre, por elegirse el día de San José para celebrar la importancia de los papás en el desarrollo y crecimiento de sus hijos e hijas. Sin embargo, en Fagus tenemos la sensación de que marzo, tras las reivindicaciones del 8M, va a empezar a estar muy vinculado a la mujer, pues aunque siempre se celebró el Día de la Mujer Trabajadora, este año las mujeres del mundo hemos hecho más ruido que nunca, reivindicando nuestro lugar.
Tratando de elegir el tema para nuestra entrada de blog, hemos querido unificar estas dos fechas, demostrando que la una no está reñida con la otra, sino que pueden ir al compás y en la misma dirección.
Entre las reivindicaciones de las mujeres, muchas de ellas han estado relacionadas con el ámbito familiar y del hogar. Son las mujeres, en su mayoría, las que se ocupan de las tareas de la casa, de los hijos/as y de los cuidados a mayores o personas dependientes. En muchos casos (casi la mayoría) sin haber sido decisión de ellas, sino más bien porque desde muy pequeñitas se da por hecho que sea así; porque ellas, en igualdad de condiciones, cobrarían menos en sus trabajos, por lo que así se ingresa más a la familia; o por justificaciones simplistas como «a ellas se les da mejor». Puede ocurrir también, que la mujer no se haya quedado a trabajar en casa sino que ocupe un cargo profesional, pero que al volver sea ella quien se ocupa de nuevo de los niños/as, de tener la nevera llena o de poner las lavadoras para que todos en casa tengan ropa limpia al día siguiente.
¿Tiene sentido celebrar así el Día del Padre? ¿Es el dinero que gana en el trabajo lo que de verdad celebran sus hijos/as? ¿Crees que es eso lo que destacarían o elegirían de ti? ¿Quieren los padres verse reducidos a una simple transacción monetaria?
En Fagus creemos que no. Es más, sabemos de la importancia de la figura del padre (refiriéndonos aquí a toda persona que ocupe este rol). El papá es un pieza necesaria y esencial para un desarrollo psicoafectivo equilibrado del niño/a. Así como la mamá será la representante del cuidado, la seguridad, la protección, el consuelo y la nutrición, no sólo por su leche sino por su cariño. El papá será el representante de la otra realidad fuera de esa diada madre-hijo. Él será quien ayude al bebé a aprender a diferenciarse del su madre y adquirir su propia autonomía psíquica. Acercará al niño/a al mundo, le empujará a tomar iniciativa y a encontrarse con sus límites. Será el juego, el reto y a veces la norma y la frustración, pues es así como el niño/a sale de su egocentrismo natural.
No es tarea fácil la de los papás. Desde luego. Pero delegar en la madre la función de ambas tareas es, no sólo imposible, sino contradictorio y confuso para el hijo/a. El niño/a necesita límites, normas y un progresivo baño de realidad, pero frente a eso, necesita también un refugio, un pecho donde llorar y unas palabras de aliento. Las madres «multifunción» se ven obligadas a renunciar a una de sus partes, teniendo como resultado hogares muy normativos con poco afecto o ambientes libres de normas y límites que no enseñan a los niños/as que a veces hay que frustrarse.
Y es ahí, cuando llegan los papás, cansados de su larga jornada de trabajo, estresados por un ambiente competitivo, frustrados porque su única fuente de realización (su trabajo) no les satisface y pensando que ellos no pintan nada en la maravillosa tarea de la crianza. Porque sí, eso es lo que el Patriarcado nos ha trasmitido: que su función se resume a una mera fecundación el día de la concepción. ¿Duro no?
Así que hoy desde Fagus, aprovechando el Día del Padre, queremos recordar a todos los papás, que son ESENCIALES para sus hijos/as y para sus compañeras, mujeres. Que les necesitamos de vuelta a casa, para apoyar en la tarea que juntos comenzaron. Para ayudar a mamá a volver a su función de cuidado y protección amorosa. Para hacer de sus hijos e hijas grandes personas equilibradas y preparadas para salir al mundo. Para darse, a sí mismos, la oportunidad de formar parte del grandioso proceso de la paternidad.
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